Nov 3, 2014

El día 31 fiesta de Halloween el 1 todos los Santos POIO Y LA LEYENDA “LA CALAVERA INVITADA”

Poio (en castellano Poyo) es un municipio de Pontevedra y de la comarca de Pontevedra, en el noroeste de España.
Está localizado en la costa norte de la ría de Pontevedra.

Aquí nacieron los antepasados de D. Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de la Paz ).
Y en un antepasado se basa la leyenda “ La calavera convidada “.
El municipio colindante con Campaño, Meis, Pontevedra y Sangenjo, ofrece una rica fusión de montaña y mar.

Cuenta con una superficie aproximada de 33,93 kilómetros cuadrados, su pico más elevado es Monte Castrove que cuenta con 667 msnm  desde el cual se divisan estupendas vistas de las rías de Pontevedra y Arosa. También destacan el Alto de Raxó y Samieira.

En Poyo encontramos tres diferentes puertos Campelo, Combarro y Raxó. A pesar de esto el turismo es la principal fuente económica, dentro del mismo municipio se puede visitar el Museo Monasterio de San Juan, el Conjunto Histórico Artístico de Combarro, y playas como las de Samieira, Raxó, Chancelas o Lourido.


La leyenda :

LA CALAVERA CONVIDADA
En una lujosa mansión de Poio, habitaba solo con sus criados un joven caballero apuesto y valeroso. Poseía una gran fortuna heredada de sus padres que el joven derrochaba continuamente en fiestas y devaneos amorosos.


No tenía temor a Dios ni al diablo, siempre estaba envuelto en disputas y retos.
La noche de “difuntos” paseaba por el campo deseoso de encontrar alguna aventura nueva.

De pronto, destacando sobre el verdor de la hierba, encontró una calavera humana. 
Sin respeto alguno, le dio un puntapié y le dijo :

“Eso, para que te moneces de min”:
( Eso, para que no te chances de mi: )

Luego, adoptando otro tono, añadió:

“Desemula se che fixe mal. Mas,vexo que nom, que inda te che relocen os dentes. E boa dentamia que tes, abofe; podias vir a  xantar con nos, hoxe noite dos mortos hoxe”.
( Disculpa si te hice daño. Pero veo que no, que aún te relucen los dientes. Y buena dentadura que tiewnes, de verdad; podíasvenir a cenar con nosotros, noche de difuntos. )

Con voz de ultratumba, la calavera le respondió:

“Non vou desprezar, asegúrese de que ire con vos.”
-(No os voy a despreciar, estad seguro de que iré contigo. )

Muy impresionado quedó el caballero ante aquella respuesta sepulcral, marchando muy preocupado y triste, repasando sus muchos y grandes pecados que ahora le pesaban de una forma jamás sentida.

Tan angustiado se sentía que a la mitad del camino, dirigiéndose al Monasterio de San Juan, pidió confesión. El sacerdote escuchó también cual había sido la causa de su conversión... aquella extraña calavera. El confesor le dio la absolución y le impuso varias reliquias, entre las cuales se encontraban un trozo de la cruz de Cristo. Más reconfortado, marchó el caballero a casa. 
Esperó pacientemente que llegara la noche y la hora de la cena. Al anochecer se oyeron unos aldabonazos y envió al criado a abrir la puerta, pensando que podía ser algún amigo...
Desde la habitación en que se encontraba pudo oír cómo se abría la puerta y una voz cavernosa decía así:

“Diga ao seu mestre que eu vin a cear con el, el me invitou esta mañá.”
-(Dile a tu amo que he venido a cenar con él, que me invitó esta mañana.)

 
Serenamente, el caballero dijo:

“Deixe-o ir, será ben recibido.”
-(Déjale entrar, será bien recibido.)

Por la puerta apareció un esqueleto que infundía terror. Le seguía el criado, pálido y demacrado, casi a punto de desmayarse de miedo.
El caballero, aún también preso del pánico, tenía una gran serenidad y fortaleza, confiando en las reliquias que el sacerdote le había dado. Acercándose a la calavera, le invitó amablemente a sentarse en su mesa y a participar de su cena.
Más la calavera le dijo que no quería cenar, que había ido a llevárselo a la iglesia donde ella también lo iba a invitar.
Sin atreverse a contrariarla, el caballero la siguió. El reloj daba las doce campanadas de medianoche... la iglesia estaba desierta y, en medio de ella, había una mesa preparada, alumbrada por la tenue luz de una vela. Junto a la mesa, una losa levantada mostraba una sepultura abierta.

La calavera le dijo al joven:

“Veña comigo, imos cear xuntos, eu convida vostede.”
-( Ven conmigo, cenaremos juntos, que yo te invito.)

Pero el joven declinó acercarse, y le dijo:


“-Aínda non teño licenza de Deus e non quero ser enterrado vivo.
-(Todavía no tengo licencia de Dios y no quiero ser enterrado vivo.)


Furiosa, la calavera le respondió:

Se non levaras uhnas reliquias representando ao Cristo, como el ou non te faria estar alí por  sempre, onde vai sufrir tormentos eternos. Eu na terra era profano e incredulidade como vos, nunca respecteu calqueria cousa sagrada. Como castigo atópome suspirar por todo o sempre.
Cando atopa un oso humano, leva-la para enterrar piadosamente, mentres reza  un Pai Noso pola súa alma. Deixe a miña frase vai ser un aviso, este é o que ten que facer se quere que os outros fixesen a ti, porque vai ser medida coa mesma medida que midieres.

-Si no llevaras unas reliquias que representan a Cristo, quieras o no te haría quedar ahí dentro para siempre, donde ibas a sufrir eternos martirios. Yo en la tierra fui profano e incrédulo como tu, sin respetar nunca nada sagrado.
Como castigo me veo penando por los siglos de los siglos.
Cuando te encuentres un hueso humano, llévalo a enterrar piadosamente mientras rezas un padrenuestro por su alma. Que mi pena te sirva de escarmiento, esto es lo que debes hacer, si quieres que los demás lo hagan contigo, porque serás medido con la misma medida que midieres.

Cuando terminó de hablar, se metió en la sepultura, cayendo pesadamente sobre ella la losa levantada.


Después de este incidente, el caballero, totalmente arrepentido, tuvo una vida ejemplar hasta el resto de sus días, dedicándose a hacer el bien e inculcando a todos sus descendientes la a vivir en búsqueda del bien común.