Poio (en castellano Poyo) es un municipio de Pontevedra y de la comarca de
Pontevedra, en el noroeste de España.
Está localizado en la costa norte de
la ría de Pontevedra.
Aquí nacieron los antepasados de D. Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de
la Paz ).
Y
en un antepasado se basa la leyenda “ La
calavera convidada “.
El municipio colindante con Campaño,
Meis, Pontevedra y Sangenjo, ofrece una rica
fusión de montaña y mar.
Cuenta con una superficie aproximada
de 33,93 kilómetros cuadrados, su pico más elevado es Monte Castrove que cuenta con 667 msnm desde el cual se divisan estupendas vistas de
las rías de Pontevedra y Arosa. También destacan el Alto de Raxó y Samieira.
En Poyo encontramos tres diferentes
puertos Campelo, Combarro y Raxó. A
pesar de esto el turismo es la principal fuente económica, dentro del mismo
municipio se puede visitar el Museo
Monasterio de San Juan, el Conjunto Histórico Artístico de Combarro, y playas
como las de Samieira, Raxó, Chancelas o Lourido.
La
leyenda :
LA CALAVERA CONVIDADA
En una lujosa mansión de Poio, habitaba solo
con sus criados un joven caballero apuesto y valeroso. Poseía una gran fortuna
heredada de sus padres que el joven derrochaba continuamente en fiestas y
devaneos amorosos.
No tenía temor a Dios ni al diablo, siempre
estaba envuelto en disputas y retos.
La noche de “difuntos” paseaba por el campo deseoso de encontrar alguna aventura nueva.
De pronto, destacando sobre el verdor de la
hierba, encontró una calavera humana.
Sin respeto alguno, le
dio un puntapié y le dijo :
“Eso,
para que te moneces de min”:
(
Eso, para que no te chances de mi: )
Luego,
adoptando otro tono, añadió:
“Desemula
se che fixe mal. Mas,vexo que nom, que inda te che relocen os dentes. E boa
dentamia que tes, abofe; podias vir a
xantar con nos, hoxe noite dos mortos hoxe”.
(
Disculpa si te hice daño. Pero veo que no, que aún te relucen los dientes. Y
buena dentadura que tiewnes, de verdad; podíasvenir a cenar con nosotros, noche
de difuntos. )
Con voz de
ultratumba, la calavera le respondió:
“Non vou desprezar, asegúrese de que ire con vos.”
-(No
os voy a despreciar, estad seguro de que iré contigo. )
Muy impresionado quedó el caballero ante
aquella respuesta sepulcral, marchando muy preocupado y triste, repasando sus
muchos y grandes pecados que ahora le pesaban de una forma jamás sentida.
Tan angustiado se sentía que a la mitad del
camino, dirigiéndose al Monasterio de San Juan, pidió confesión. El sacerdote escuchó
también cual había sido la causa de su conversión... aquella extraña calavera.
El confesor le dio la absolución y le impuso varias reliquias, entre las cuales
se encontraban un trozo de la cruz de Cristo. Más reconfortado, marchó el caballero a
casa.
Esperó pacientemente que llegara la noche y la hora
de la cena. Al anochecer se oyeron unos aldabonazos y envió al criado a abrir
la puerta, pensando que podía ser algún amigo...
Desde la habitación en que se encontraba pudo
oír cómo se abría la puerta y una voz cavernosa decía así:
“Diga ao seu mestre
que eu vin a cear
con el, el me invitou esta mañá.”
-(Dile
a tu amo que he venido a cenar con él, que me invitó esta mañana.)
Serenamente, el
caballero dijo:
“Deixe-o ir, será ben
recibido.”
-(Déjale
entrar, será bien recibido.)
Por la puerta apareció un esqueleto que
infundía terror. Le seguía el criado, pálido y demacrado, casi a punto de
desmayarse de miedo.
El caballero, aún también preso del pánico,
tenía una gran serenidad y fortaleza, confiando
en las reliquias que el sacerdote le había dado. Acercándose a la calavera, le
invitó amablemente a sentarse en su mesa y a participar de su cena.
Más la calavera le dijo que no quería cenar,
que había ido a llevárselo a la iglesia donde ella también lo iba a invitar.
Sin atreverse a contrariarla, el caballero la siguió.
El reloj daba las doce campanadas de medianoche... la iglesia estaba desierta
y, en medio de ella, había una mesa preparada, alumbrada por la tenue luz de
una vela. Junto a la mesa, una losa levantada mostraba una sepultura abierta.
La calavera
le dijo al joven:
“Veña comigo, imos cear xuntos, eu convida vostede.”
-(
Ven conmigo, cenaremos juntos, que yo te invito.)
Pero el
joven declinó acercarse, y le dijo:
“-Aínda non teño licenza
de Deus e non quero ser enterrado
vivo.”
-(Todavía no tengo licencia de Dios y no quiero ser
enterrado vivo.)
Furiosa, la calavera le respondió:
Se non levaras uhnas reliquias
representando ao Cristo, como el ou non
te faria estar alí por sempre, onde vai
sufrir tormentos eternos.
Eu na terra era profano
e incredulidade como
vos, nunca respecteu calqueria
cousa sagrada. Como castigo atópome suspirar
por todo o sempre.
Cando atopa un oso humano,
leva-la para enterrar
piadosamente, mentres reza un Pai
Noso pola súa alma. Deixe a miña frase
vai ser un aviso, este é o que ten que facer se quere que os outros fixesen a
ti, porque vai ser medida coa mesma medida
que midieres.
-Si
no llevaras unas reliquias que representan a Cristo, quieras o no te haría
quedar ahí dentro para siempre, donde ibas a sufrir eternos martirios. Yo en la
tierra fui profano e incrédulo como tu, sin respetar nunca nada sagrado.
Como
castigo me veo penando por los siglos de los siglos.
Cuando
te encuentres un hueso humano, llévalo a enterrar piadosamente mientras rezas
un padrenuestro por su alma. Que mi pena te sirva de escarmiento, esto es lo
que debes hacer, si quieres que los demás lo hagan contigo, porque serás medido
con la misma medida que midieres.
Cuando terminó de hablar, se metió en la
sepultura, cayendo pesadamente sobre ella la losa levantada.