La plaza de la Quintana:
“Quintana” es el equivalente de “praça”, y ambas palabras designaban en
la terminología medieval a los espacios
abiertos de uso público. La Quintana lo fue por excelencia, acotada por la
cabecera de la Catedral , el monasterio fundacional, el cementerio de canónigos
y la primera casa consistorial.
La plaza aparece dividida en dos
planos. La parte inferior, la Quintana de Mortos, fue lugar de
enterramiento hasta 1780, cuando por razones sanitarias y falta de espacio se
optó por el cementerio de San Domingos de Bonaval, y más tarde, por el actual
camposanto de Boisaca. La parte superior de la plaza es, por contraposición,
la Quintanade Vivos .
El imponente muro del Monasterio de San Paio de Antealtares delimita
el conjunto por el este. Alfonso II
lo fundó en el siglo IX para custodiar el recién descubierto sepulcro del
Apóstol, función que en el siglo XI asumió el Cabildo catedralicio. Los monjes
benedictinos fueron sustituidos en el siglo XV por las benedictinas de clausura
que hoy habitan este edificio, reformado en los siglos XVII y XVIII. En su
iglesia se puede admirar un interesante Museo de Arte Sacro que guarda el altar
encontrado junto al sepulcro de Santiago. Y a las 19:30 horas, todos los días,
se puede escuchar el servicio de vísperas cantado por las religiosas del
convento.
Desde toda la ciudad se divisa el
único elemento vertical de la plaza, la torre
del Reloj de la catedral. Recibe el curioso nombre de Berenguela en honor al arzobispo Berenguel de Landoira, que
ordenó su construcción en el siglo XIV. Entonces era un robusto cubo defensivo
en el que las almenas no superaban la posición actual del reloj. El arquitecto Domingo de Andrade añadió el remate y
la ornamentación barroca que rodea a la
mayor de las campanas de la Catedral, también llamada Berenguela, de 14
toneladas de peso, cuya nota do grave puede oírse marcar las horas.
A su derecha se abre el Pórtico
Real , lugar de salida de las procesiones litúrgicas. El largo muro
barroco que protege la cabecera románica de la Catedral continúa hacia la Puerta Santa ,
meta de los peregrinos que llegan a Santiago de Compostela en busca del Jubileo
que aguarda a quienes atraviesen la nueva Puerta Santa de bronce, colocada en
2004 por el artista compostelano Suso
León. Su antesala está flanqueada por figuras de piedra románicas
procedentes del coro de piedra que tuvo la Catedral, tallado en el siglo XII por el Maestro Mateo, cuya
reconstrucción puede visitarse en el Museo Catedralicio. Dominan la parte
superior las figuras barrocas de
Santiago y sus discípulos, Atanasio y Teodoro. A su lado se abre
ocasionalmente desde 2004 la Puerta de los Abades, que permite el tránsito por
los espacios interiores de la cabecera y desemboca en la capilla de la Corticela.
Los extremos sur y norte están
ocupados por dos casas barrocas. En Quintana de Mortos, la Casa de la Conga o de los Canónigos , conjunto
formado por cuatro viviendas construidas
en 1709 por Domingo de Andrade y rematadas por Casas y Nóvoa. Enfrente,
la Casa de la Parra , que debe su nombre a las frutas pétreas
–vides y pámpanos- que dejó el Barroco en su puerta principal. Edificada por
Andrade para el Cabildo catedralicio en 1683.
La leyenda:
Probablemente
hayas pasado por allí y ni te hayas dado cuenta de su sigilosa presencia.
Quizás vivas allí y tu vida haya transcurrido ajena a la de tan misterioso
vecino. Si vas a Santiago de Compostela fíjate bien y ante tus
ojos encontrarás a uno de los fantasmas más visibles y famosos de los que
habitan entre grietas y piedras milenarias. Se trata de la sombra del
peregrino, que hace su aparición cada noche en una de las fachadas de
la catedral de Santiago, en la plaza de la Quintana, en la esquina más próxima
a Platerías, como esperando la apertura de la Puerta
real.
La plaza de la
Quintana está dividida en dos partes separadas por una escalinata. La parte
superior de la escalinata es conocida como Quintana de Vivos y
la parte inferior, Quintana de Mortos (de muertos).
Nuestro misterioso personaje, debidamente ataviado con su calabaza, sombreo de
ala ancha y capa, aparece cada día al ocultarse el sol e iluminarse la
catedral. Parece que se trate de un alma en pena que nunca alzance su destino,
condenado a peregrinar por el resto de la eternidad.
Cuenta una
leyenda que la sombra bien podría
pertecer a un sacerdote que, habiéndose enamorado de una religiosa que
moraba en el convento de San Paio,
situado en un lateral de la plaza, solía reunirse en secreto con ella cruzando
un pasadizo, teóricamente ubicado bajo la escalinata que divide ambos niveles
de la plaza, uniría la Catedral a dicho
convento. Su amor por la religiosa era tal que en una de sus citas secretas
le propuso a su amada huir de Santiago a un lugar lejos de miradas censoras de
modo que pudieran vivir su romántica aventura sin esconderse.
Así pues, decidieron que se encontrarían en la
Quintana al anochecer. El sacerdote se disfrazó de peregrino para pasar
desapercibido entre los viandantes.Tras mucho esperar, su amada no se presentó a la cita y desde entonces
acude cada noche a la plaza con la esperanza de que ella por fin aparezca algún
día y se rompa el hechizo que lo mantiene atrapado en las piedras de la
Quintana de Mortos.
También hay
quien mantiene que la aparición podría ser la manifestación de alguna de las
almas de aquellos que reposan en el cementerio público que ocupó el espacio de
la plaza, de ahi su nombre, Quintana de
Mortos; otros apuntan a que se trata del alma de uno de los desdichados que
fueron condenados a morir quemados en la hoguera en alguno de los actos de fe -juicios
de la inquisición- que tuvieron lugar en ese mismo lugar.