Aug 25, 2014

La misteriosa sombra del peregrino en la plaza de la Quintana de Santiago de Compostela


La plaza de la Quintana:
“Quintana” es el equivalente de “praça”, y ambas palabras designaban en la terminología medieval a los espacios abiertos de uso público. La Quintana lo fue por excelencia, acotada por la cabecera de la Catedral , el monasterio fundacional, el cementerio de canónigos y la primera casa consistorial.

La plaza aparece dividida en dos planos. La parte inferior, la Quintana de Mortos, fue lugar de enterramiento hasta 1780, cuando por razones sanitarias y falta de espacio se optó por el cementerio de San Domingos de Bonaval, y más tarde, por el actual camposanto de Boisaca. La parte superior de la plaza es, por contraposición, la Quintanade Vivos .

El imponente muro del Monasterio de San Paio de Antealtares delimita el conjunto por el este. Alfonso II lo fundó en el siglo IX para custodiar el recién descubierto sepulcro del Apóstol, función que en el siglo XI asumió el Cabildo catedralicio. Los monjes benedictinos fueron sustituidos en el siglo XV por las benedictinas de clausura que hoy habitan este edificio, reformado en los siglos XVII y XVIII. En su iglesia se puede admirar un interesante Museo de Arte Sacro que guarda el altar encontrado junto al sepulcro de Santiago. Y a las 19:30 horas, todos los días, se puede escuchar el servicio de vísperas cantado por las religiosas del convento.

Desde toda la ciudad se divisa el único elemento vertical de la plaza, la torre del Reloj de la catedral. Recibe el curioso nombre de Berenguela en honor al arzobispo Berenguel de Landoira, que ordenó su construcción en el siglo XIV. Entonces era un robusto cubo defensivo en el que las almenas no superaban la posición actual del reloj. El arquitecto Domingo de Andrade añadió el remate y la ornamentación barroca que rodea a la mayor de las campanas de la Catedral, también llamada Berenguela, de 14 toneladas de peso, cuya nota do grave puede oírse marcar las horas.

A su derecha se abre el Pórtico Real , lugar de salida de las procesiones litúrgicas. El largo muro barroco que protege la cabecera románica de la Catedral continúa hacia la Puerta Santa , meta de los peregrinos que llegan a Santiago de Compostela en busca del Jubileo que aguarda a quienes atraviesen la nueva Puerta Santa de bronce, colocada en 2004 por el artista compostelano Suso León. Su antesala está flanqueada por figuras de piedra románicas procedentes del coro de piedra que tuvo la Catedral, tallado en el siglo XII por el Maestro Mateo, cuya reconstrucción puede visitarse en el Museo Catedralicio. Dominan la parte superior las figuras barrocas de Santiago y sus discípulos, Atanasio y Teodoro. A su lado se abre ocasionalmente desde 2004 la Puerta de los Abades, que permite el tránsito por los espacios interiores de la cabecera y desemboca en la capilla de la Corticela.

Los extremos sur y norte están ocupados por dos casas barrocas. En Quintana de Mortos, la Casa de la Conga o de los Canónigos , conjunto formado por cuatro viviendas construidas en 1709 por Domingo de Andrade y rematadas por Casas y Nóvoa. Enfrente, la Casa de la Parra , que debe su nombre a las frutas pétreas –vides y pámpanos- que dejó el Barroco en su puerta principal. Edificada por Andrade para el Cabildo catedralicio en 1683.

La leyenda:
Probablemente hayas pasado por allí y ni te hayas dado cuenta de su sigilosa presencia. Quizás vivas allí y tu vida haya transcurrido ajena a la de tan misterioso vecino. Si vas a Santiago de Compostela fíjate bien y ante tus ojos encontrarás a uno de los fantasmas más visibles y famosos de los que habitan entre grietas y piedras milenarias. Se trata de la sombra del peregrino, que hace su aparición cada noche en una de las fachadas de la catedral de Santiago, en la plaza de la Quintana, en la esquina más próxima a Platerías, como esperando la apertura de la Puerta real.

La plaza de la Quintana está dividida en dos partes separadas por una escalinata. La parte superior de la escalinata es conocida como Quintana de Vivos y la parte inferior, Quintana de Mortos (de muertos). Nuestro misterioso personaje, debidamente ataviado con su calabaza, sombreo de ala ancha y capa, aparece cada día al ocultarse el sol e iluminarse la catedral. Parece que se trate de un alma en pena que nunca alzance su destino, condenado a peregrinar por el resto de la eternidad.

Cuenta una leyenda que la sombra bien podría pertecer a un sacerdote que, habiéndose enamorado de una religiosa que moraba en el convento de San Paio, situado en un lateral de la plaza, solía reunirse en secreto con ella cruzando un pasadizo, teóricamente ubicado bajo la escalinata que divide ambos niveles de la plaza, uniría la Catedral a dicho convento. Su amor por la religiosa era tal que en una de sus citas secretas le propuso a su amada huir de Santiago a un lugar lejos de miradas censoras de modo que pudieran vivir su romántica aventura sin esconderse.

Así pues, decidieron que se encontrarían en la Quintana al anochecer. El sacerdote se disfrazó de peregrino para pasar desapercibido entre los viandantes.Tras mucho esperar, su amada no se presentó a la cita y desde entonces acude cada noche a la plaza con la esperanza de que ella por fin aparezca algún día y se rompa el hechizo que lo mantiene atrapado en las piedras de la Quintana de Mortos.


También hay quien mantiene que la aparición podría ser la manifestación de alguna de las almas de aquellos que reposan en el cementerio público que ocupó el espacio de la plaza, de ahi su nombre, Quintana de Mortos; otros apuntan a que se trata del alma de uno de los desdichados que fueron condenados a morir quemados en la hoguera en alguno de los actos de fe -juicios de la inquisición- que tuvieron lugar en ese mismo lugar.