No te ha
pasado que cuando ves a una persona por primera vez ya
crees que es inteligente, o torpe, o atrevida, o intelectual, o
mentirosa, o … es decir, la juzgas antes de haber intercambiado una sola palabra con ella?.
Ya emites un
Veredicto: ¡Mal!, ¡Bien!, Inteligente! ¡Intelectual! ¡Amoroso!, ¡fiel!, buen
amante! ¡Mentiroso! ¡Exitoso! , etc, etc, etc. Y ese veredicto que emites, lo
haces antes de mediar palabra alguna entre ustedes. Sin haberte hecho nada que
compruebe lo que tú dedujiste de ella. Y lo más preocupante es que tú estás
plenamente segur@, ¡y lo vas a comprobar!, que lo que pensaste de él/ ella es
cierto.
No, no eres una
persona problemática, no eres una
persona criticona, no eres una persona que siempre “piensa mal”, no eres una
persona anormal, todo lo contrario, eres lo más normal de un ser humano.
Te voy a explicar
por qué pasa eso:
Nosotros tenemos un gran aliado (a veces), o un gran
obstáculo (otras veces) que está, sin darnos cuenta, en forma automática,
inconscientemente, pendiente de la persona que por primera vez la vamos a
conocer. Y pone todos sus conocimientos que durante más de 500 millones de años
acumuló observando a “todo lo que se acercaba” para conocer si es amigo o
enemigo.
Ese es nuestro
cerebro Reptiliano. Durante las épocas prehistóricas, y aun mucho más allá, en
la época de nuestros pasados reptiles,
nos vimos en la necesidad de desarrollar un tipo de cerebro que se mantuviera totalmente alerta de las
señales no verbales que emitía el ser que se aproximaba y que por
primera vez lo veía. Para qué? Pues para saber, o mejor aún, descubrir algún
gesto que le indicara si era amigo o
enemigo. Y decidir si pelear, huir o permitir que ingresara y permaneciera en
su zona o territorio personal. Eran
épocas donde estaba constantemente en riesgo la vida por la agresividad de los
otros animales. Debía descubrir, en forma inmediata, para poder tomar una
decisión rápidamente y descubrir, antes de que fuera tardía, si el que se
acercaba era amigo o lo que quería era matarlo para saciar su hambre.
Bueno ese cerebro
Reptiliano aun lo tenemos, llegó hasta nuestros días y lo compartimos con otros
animales que también tienen
una columna vertebral. Es el responsable de todas nuestras acciones involuntarias. Este cerebro Reptiliano controla las
funciones del cuerpo requeridas para mantener la vida, tal como la respiración
y la temperatura corporal. Y el que permite que el corazón, los pulmones, la
sexualidad y todos nuestros órganos funcionen perfecta y automáticamente. Es el
responsable de que odiemos tanto el cambio, ya que los reptiles repetían una y
otra vez sus costumbres adquiridas y odiaban
cambiar sus rutinas ya aprendidas.
No tiene la
capacidad para razonar. Solo actúa y ya!, No piensa en el pasado ni futuro,
solo piensa en el momento actual. El ya!
Por eso con él no puedes conversar, es reaccionario!! Actúa inconscientemente.
Es nuestro policía de vigilancia, de alerta, es
el que nos avisa de los posibles peligros que puedan ocurrir. Y actúa
inmediatamente ante ellos.
También es el
responsable de formar una zona mental de
TERRITORIEDAD donde marca zonas de permiso
de ingreso. Solo le doy permiso para ingresar a las personas que yo quiero, y
rechazo a las que no quiero. (En otro artículo me referiré a eso).
El actúa
inconscientemente, sin avisarnos. Actúa y Ya!! Él no pide permiso para hacer su
función. Te imaginas si te pidiera permiso para poner en funcionamiento tu corazón?, ¿Para poder respirar? ¿Para regular
tu temperatura? Pedirnos permiso si nos va a atropellar un camión y te dice…
oye, estoy viendo que un camión se aproxima y lo tienes a dos metros de
distancia. Me das permiso para esquivarlo? Me das permiso para echarme a un
lado? ya el camión te atropelló!! .Y así ocurría en la era de los reptiles. Si
tenía que pedir permiso, o razonar sobre lo que pasaba… YA SE LO HABIAN TRAGADO!!
Por eso él actúa
sin pedirte permiso, sin darte cuenta salta a un lado si viene el camión; pone
el corazón a funcionar, pone los pulmones a respirar, etc. y pone toda su
atención, ¡sin pedirte autorización!, lo hace AUTOMATICAMENTE, en observar a la
persona que llega y darte un parecer, emitir un juicio, una evaluación que dependiendo de las señales que guarda en su
archivo, será positiva o negativa.
Esa evaluación no
tiene que corresponder a la realidad, sino al resultado que le dio al meter las
señales que capta de la persona, en el bombo de su experiencia vivida y
saca un resultado, una evaluación, un juicio.
Se pudiera pensar
que todo este proceso de captar las señales que emite el otro, estudiarlas,
evaluarlas, compararlas con las que tiene en su archivo, hacer un diagnóstico y
emitirlo, pudiera tardar horas.
Pero no es así.
Según muchos y valiosos estudios se pudo comprobar que el Cerebro Reptiliano
tarda en emitir un juicio de valor de una persona, o un animal, en apenas 2
segundos. Y hay muchos investigadores que han demostrado que en apenas en
MICROSEGUNDOS ya el Reptiliano emite una sentencia.
La pregunta
importante es : ¿De quién depende que me caiga bien o mal una persona con la
cual no he intercambiado palabra alguna, de ella o de mí? Una persona me va a
caer bien o mal dependiendo de la calidad de las imágenes NO VERBALES que yo
haya recabado y tenga archivadas en mi disco duro (Cerebro Reptiliano), las
cuales fueron observadas y archivadas a través de mis varias experiencias
vividas desde hace millones de años hasta el día de hoy.
Muy bien, ahora
, ¿Qué pasa con ese juicio de valor?.
¿De qué me vale eso? ¿Es tan importante? Lo puedo cambiar? ¿Puedo hacerlo
consciente? ¿Puedo emitir señales que indiquen al otro Reptiliano que soy una
gran persona?. ¿Que soy competente?. Entonces es cierto la frase que dice: “No
hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión?
Ese juicio que
emite nuestro cerebro Reptiliano es lo más importante en una relación de
trabajo, de pareja, de negocios, etc. ya que es la clave de la comunicación.
Pero eso te lo diré en el próximo artículo
del Newsletter de AEGUSA, con las respuestas de todas las preguntas anteriores-