Silleda: (La
gran desconocida por estar entre Lalin y Santiago de Compostela
) El municipio pertenece al partido judicial de Lalín y a la comarca del Deza. Aquí se encuentran las cataratas del Toja.
La Sierra del
Candán, los montes del Chamor, San Sebastián de Meda y los ríos Ulla y Deza
definen los límites del Ayuntamiento de Silleda, dentro de la Comarca de Deza,
en la provincia de Pontevedra.
Como dato
curioso, cabe señalar que, aunque perteneciendo al arciprestado de Trasdeza, a
la arquidiócesis de Santiago, las parroquias de Cira y Dornelas pertencen al de
Lugo.
Los primeros
rastros de poblamiento los encontramos en los campos de mámoas
datados en la Edad de Bronce ( Mamoa de Chousa Nova ).
Los petroglifos de
la Pena das Cazolas en Laro, del Chao de Petos en Oleiros, la Peneda do Encanto
en Siador, los grabados de Primadorno en Breixa y el conjunto de Pena Longa en
Cortegada.
De la época castreña, son muy numerosos los vestigios, más de veinte, entre
los que cabe destacar por sus características y dimensiones el Castro Montaz en Oleiros, el Castro do Cura en Cortegada, el castro de Chapa, la Copa do Castro en O Castro y el Castro de Toiriz.
Siendo obispo Nitigio y reinando Teodomiro, se acordó
hacer una nueva división de la diócesis a otra dividida en condados. Por este
acuerdo se constituy´ el Condado de Deza
que comprendía las Tierras de Deza, TRASDEZA, Carbia y Dozón.
En la edad Media
se fundan la Abadía de Carboeiro (S.X)
, las construcciones del Puente de
Taboada en el año 912 quizás sobre un primitivo puente de tablas (Pons Tabulata), de ahí su nombre, y el
del Puente de Chapa, únicos puntos
de conexión con Santiago para salvar los ríos Deza y Toxa. Hay que
destacar la construcción del castillo de
Cira ( Del que
va la leyenda ), perteneciente a la casa de Albar.
La
romeria : La parroquia de San Miguel de Lamela,
en el municipio de Silleda, celebrará el próximo 19 y 25 de Abril la quinta edición de la Romería
Enxebre Gastronómica, que se llevará a cabo en el lugar de San Marcos.
“ DELICATESSEN DE PULPO GALLEGO “
Leyenda :
Justicia del rey ALFONSO
VII
Era el infanzón Don Xuso Albar un poderoso señor gallego que tenía su castillo
feudal en Santa Baia de Cira, muy cerca del Ulla y entre las
aldeas de Dornelas, Lamela, Añobre, Bascuas, Gres y Vila de Cruces.
Vivía en esta aldea, muy cerca, un vasallo del señor Albar, llamado
Juan Luis Paizas ( Lo que ahora es el Pazo de Paizas ) y en aquel
entonces era la casa grande de Paizas, padre de una hermosa muchacha, linda y
rubia como las doradas espigas del trigo en la época de la recolección. Don
Xuso vio a Marcela, aquella jovencita esbelta y bella, y se sintió atraído
con ansia codiciosa por su fina cintura y formas turgentes. Y en la misma forma
que un lobo hambriento se arrojo sobre la muchacha. Pero ella pudo desasirse y
huir a su casa, donde conto a su padre el desmán de su señor.
Intentó
el padre marcharse de allí, pero antes de que pudiese transponer la puerta,
esta fue derribada por los hombres de armas de Don Xuso y el mismo en persona
se presentó, haciendo gestos horribles de mofa y escarnio.
Quiso Juan Luis defender a
su hija. ¡Infeliz!. Inmediatamente dieron con él en tierra y,
riéndose a carcajadas, partieron hacia el castillo, llevándose Marcela, que
sollozaba doloridamente.
Nadie volvió a ver en la
aldea a Juan Luis ni a su hija Marcela.
Tres meses después de lo que dicho queda, una persona apareció
cerca del castillo de Albar. Llegando al pie de los muros del castillo le
pareció oír una voz que decía: Juan
Luis, tu hija ya no es de este mundo. Murió después que el señor, cansado de
ella, la entregó a sus criados y ballesteros como si fuese una presa de guerra.
El pobre Juan Luis cayó al suelo, ahogado por sollozos
difícilmente contenibles. Y cuando los primeros albores empezaron a aparecer,
empezó una caminata, que duró días y
días, hasta llegar a las puertas del castillo de Cornatel ( Ponferrada ),
en donde el rey estaba pasando unos días. A las puertas del castillo hablo con
los soldados, contándole las desgracias y solicitándole justicia. El rey le
hace contar lo sucedido. Apiadado, lo aloja en el castillo y le promete
justicia.
Pocos días después, llegaba a Santiago una tropa de caballeros
bien armados, ballesteros y arqueros del rey de Castilla. Después de
parlamentar con el arzobispo de Santiago, se dirigieron todos a Silleda al
castillo de Santa Baia de Cira ( del infanzón de Albar ).
Envió el rey sus heraldos para comunicar que abriesen las puertas
al rey Alfonso VII de Galicia y Castilla. Pero los del castillo se negaron a
darle paso.
Ante tal negativa se entabló la lucha entre las tropas del rey y
los del castillo. Al fin la puerta cedió y, como torrente penetraron los
sitiadores a los patios de la fortaleza, acabando con la posesión del castillo
por los hombres del rey.
Se registro todo el
castillo, pero el Sr. Albar no aparecía. Mas un soldado descubrió
una puerta abierta y, juzgaron que por allí había huido., varios caballeros
salieron en su persecución.
Un
escudero de Alfonso VII, sin temor a los espinosos tojos, seguía con
persistente tenacidad al fugitivo, logrando darle alcance y sujetarlo con una
correa. Era Juan Luis, el padre de la desdichada, que cuando vio al causante de
su desgracia en su poder, respiró satisfecho.
Reunido el consejo, presidido por el rey, Don Xuso Albar fue
condenado a la horca. Así fue como murió Don
Xuso Albar.
Por orden del rey, fueron rotos los escudos de armas de la casa de
Albar y se prendió fuego al castillo para derribar la fortaleza, emprendiendo
camino de regreso a Santiago las tropas de Alfonso VII y las del arzobispo de Santiago. ( D. Pedro Suarez de Deza ).
El rey asignó las tierras al arzobispado de Santiago y permitió
construcción y ampliación de tierras a
la casa grande de Pizas , ahora es el Pazo
de Pizas.
Pocos días después volvieron los soldados del arzobispo para dar
cumplimiento a las ordenes de derribo de los uros del castillo y cegando sus
fosos, no quedando mas recuerdo de los
acontecimientos que la justicia del rey Alfonso VII, consignada en la historia
de su reinado, y el nombre de un puente que se llama Ponte Albar, que todavía
existe sobre el rio Deza.