O Barco de Valdeorras1 (En castellano: El
Barco de Valdeorras) es un municipio situado en el extremo
nororiental de la provincia de Orense (España).
Localizado en el fondo del valle del Sil, bajo la Serra do Eixo.
En algunas cuevas de
la Sierra de la Lastra se
encontraron restos humanos primitivos. En lugares próximos a El Barco hay petroglifos y asentamientos castreños. Los Gegurros, uno de los 22 pueblos que formaban parte del
convento asturicense, eran los antiguos pobladores de estas tierras y de ese
gentilicio deriva el topónimo actual de la comarca
(Val-de-giorres).
La romanización fue
intensa en un territorio tan estratégico como rico en minerales. Entre las Médulas y Montefurado son frecuentes las
huellas de la actividad extractora
del oro.
Por Valdeorras pasaba la Vía Nova (la
XVIII del itinerario de Antonino), que unía Braga y Astorga, y otras vías
secundarias que obligaron a construir puentes que son testigo de aquella época.
En la Edad Media el
Señorío de Valdeorras fue administrado por la nobleza. Condes de Lemos, Marqueses de Villafranca y Condes de Ribadavia fueron
marcando sus destinos. La
fortaleza del Castro es el referente de aquella época. Esta pequeña villa
fue cabeza de jurisdicción hasta comienzos del siglo XIX. Los monasterios de la
vecina comarca del Bierzo y la Orden de San Juan de Jerusalén compartieron con
la nobleza la administración de estas tierras. De la Alta Edad Media destaca el
complejo románico de San Miguel de
Xagoaza, perteneciente a la Orden de Malta.
En 1809 grupos de
guerrilleros valdeorreses bajo el mando del Abad de Casoio impidieron, en Sobradelo, el paso de las tropas
francesas del mariscal Soult. A finales de ese mismo siglo, Valdeorras, que estuvo representada en
las Cortes de Cádiz por el párroco de Vilamartin, el liberal Ruíz de
Padrón, se abre al mundo moderno con el ferrocarril, que llega en 1883, pocos
años antes de construirse en El Barco el puente de San Fernando, esencial para
mejorar la comunicación de la comarca.
DON ROLDÁN Y LAS TRES
PRINCESAS
Hace muchísimos años
que esta leyenda viene conservándose, pasando de abuelos a nietos. Yo
no la he recogido de ninguno de mis abuelos, pero si de un viejecito del Barco de
Valdeorras, cierta noche en la que yendo hacia la hermosa ciudad en que nací (
Santiago de Compòstela ) en el año 1984 o 1985. Aquel viejecito, siendo
el un rapaz ( jovencito ), escuchó
la historia de boca de un ciego que andaba por ferias y romerías cantando esta
y otras, esta especialmente, no la olvidó
jamás porque,
además de parecerle una muy linda historia <>, referíase
a las tierras de ORRAS , es decir, a su propia comarca; tal circunstancia le
hizo poner en ella todo su interés . Y aunque no podía recordarla tal y como el
ciego la cantaba, él me la conto a su manera, y yo la escribo a la mia.
Cuando los moros asoballaron (avasallaron) España, los
gallegos fueron los únicos que se vieron, en parte, libres de ellos, gracias a
que pelearon muy fieramente. Por veces las moros penetraban en algunos
lugares de nuestra tierra; pero enseguida eran arrojados nuevamente de ella, y
aun de las comarcas vecinas de Asturias o León.
Pero los moros eran muchos
y muy poderosos, por lo que hubo muchos años de luchas que unas veces los
llevaban hacia adelante y otras hacia atrás. Reinando D. Alfonso II, que tenía su corte en una parte de Asturias que
era de Galicia, se acordó pedir auxilio a otro gran rey muy famoso y
renombrado que había en Francia.
Este rey que le llamaban Carlomagno que era muy buen
cristiano,
vino a ayudar a los españoles, y traía con él muchos guerreros comandados por
unos jefes que se decían que eran los doce
Pares de Francia, que no había quien pudiese con ellos. Y todos venia a luchar contra los moros,
que eran enemigos de Dios y de Jesús Cristo.
Los moros, cuando
vieron venir tanta gente encima de ellos, luego tomaron miedo y retrocedieron;
pero, del coraje que llevaban, empezaron a apoderarse de cuanto podían y,
sorprendiendo algunos poblados y castillos sobre los cuales cayeron como una
tormenta arrasándolo todo, llevaron prisioneros algunos condes, y hasta dícese que cogieron tres princesas,
para que le sirvieran de rehenes.
A Galicia vinieron pocos franceses porque los
gallegos se bastaban a si mismos; sin embargo, un grupo de aquellos que hasta
aquí llegó, venían comandados por D.
Roldán, uno de los más valientes de los doce Pares.
Los moros
retrocedieron hasta el Val de Orras; pasaron
el rio Sil en barcas y pontones que
después quemaron y se consolidaron al otro lado.
Pero Roldán, como supo que los moros tenían cautivas
aquellas princesas, quiso libertarlas, a pesar de que los mahometanos las llevaron
al castillo en la cima del mon te, en un lugar
llamado Castro, de la feligresía
de San Bernabeu de Valenza.
Intentó pasar el rio
con algunos caballeros valerosos; pero las aguas iban muy crecidas y
turbulentas y pronto tuvieron que volver a tierra.
Dicen
que D. Roldán era santo, y tal vez lo fuese, pues la idea que se le ocurrió
sólo de Dios podía venir, ya que de no ser un milagro nadie podría hacer lo que
el hizo.
Caminó montado en su
caballo por la ribera, buscó el lugar más adecuado frente al casytro del
castillo; picó espuelas al caballo, que dio un tremendo bote, y fue a caer al
otro lado del rio, enfrente del mismísimo castillo.
Vieron los moros
aquella hazaña portentosa y tal miedo cobraron, que huyeron cada cual como
pudo. Pero les fue imposible llevar con
ellos a los prisioneros y mucho menos a las princesas.
Entonces
los magos gentiles, para vengarse, encantaron a las tres princesas,
convirtiéndolas en piedras.
Y allí están todavía
los tres grandes peñascos de blanco cuarzo clavados en el suelo, como si mirasen
con nostalgia hacia su tierra perdida.
¿
Quién podrá desencantarlas algún día?.
Habrá
otra leyenda de desencantamiento. ?????