El paisaje es realmente único en
Galicia donde escasean las superficies aplanadas.
El curso divagante de un jovencísimo río Miño, a su paso por Cospeito, recibe las aguas de sus
afluentes el Támoga, el Anlló y de
multitud de pequeños riachuelos, que junto con las lagunas dan una magnífica
imagen del municipio.
Los
restos arqueológicos
encontrados en el municipio confirman la antigüedad del poblamiento. Podemos mencionar los castros de Pacio,
Teixeiro, Turrillón y las medorras de Regavella. La existencia de los
humedales propició la proliferación fantásticos relatos ligados a antiguos
cultos celtas. La capital municipal,
Feira do Monte, recibe esta denominación de una feria que se celebraba en
el lugar desde el siglo XVII.
Durante las revueltas irmandiñas fueron
destruidas la torres de Támoga y Caldaloba. El municipio conserva varias
casas señoriales con escudo, principalmente de la familia Montenegro. La Casa da Barreira, del siglo XVIII, se
localiza cerca de A Pena de Cospeito.
La casa señorial de Caldaloba, situada en San Martiño de Pino tiene forma de L
y capilla fundada en 1685 por D. Rodrigo Montenegro.
En cuanto a la arquitectura religiosa
destacan las iglesias de Arcillá, la
ermita del Monte y la parroquial de Sistallo, con interesantes retablos
barrocos. Otro de los atractivos turísticos de Cospeito es el área
recreativa de Ponte do Porto en la parroquia de Pino.
Las
lagoas de Cospeito,
junto a otros humedales de A Terra Chá
conforman un conjunto de enorme importancia biológica. La horizontalidad del
relieve junto con el carácter arcilloso del terreno, hace que se favorezca la
presencia de zonas encharcadas en depresiones impermeables en forma de lagunas
que en su conjunto reciben el nombre de Complejo
Húmedo de A Terra Chá.
Leyenda
de Cospeito – Laguna de Valverde.
En Cospeito, en la falda de la montaña pequeña que
forma el valle del monte, hay una laguna que le llaman de los patos, y más
vulgarmente la laguna de Valverde.
Y al lado de ella, en lo alto, se
levanta la ermita de la Virgen del Monte, que es de mucho renombre y
visitada por la gente de la comarca.
Y dicen que en el sitio donde hoy en
día está la laguna, había una villa que le llamaban Villa de Valverde,
que era muy importante, y que un día la fue a ver un pobre y pidió posada o
aunque fuera, algún cobertizo donde pasar aquella noche.
Y unos dicen que era un pobre hombre
que iba por las puertas del mundo, otros que era la mismísima Virgen en
persona, pero disfrazada.
El caso es que nadie tenía lástima de
aquel pobre, y a la vista del caso, se marchó del poblado y se fue a una
casita que había en la ladera del monte donde una familia que también era muy pobre, aunque
honra no les faltaba.
Y esta familia le recibió de muy buen
grado.
Y como no tenían apenas que comer,
determinaron matar la única ternera que les quedaba para poder darle de
cenar al pobre.
Y desde que cenaron, el pobre ordenó
que los huesos grandes los echaran en una cuadra, y los huesos pequeños en otra.
Y al otro día bien temprano se levantó
el pobre y empezó a llamar por el dueño de la casa y le mandó ordeñar las vacas
y poner los terneros a mamar.
Y el dueño siguió durmiendo y no le
hizo ningún caso, pero el pobre seguía gritando lo mismo, y el dueño se negaba
y le decía:
¿Como é que eu vou
ordenhar as vacas e aproveitar os bezerros pra leite, home de Deus, se matou onte a noite o
becerro para a cea
de todos ?.
¿cómo voy a ordeñar las vacas y echar
los becerros a mamar , hombre de Dios, si la única ternera que tenía la maté de
víspera para hacer la cena de todos?.
Y el pobre contestó:
Tanto é certo que
ten bezerros e
vacas como a cidade de Valverde
afundiu nas augas.
Tan cierto es que tienes becerros y
vacas como que la villa de Valverde se hundió en las aguas.
Y con esto, el pobre desapareció y no
se le vio más.
Y el amo y su familia salieron por la
puerta y vieron que, tal y como dijo aquel pobre, la Villa de Valverde se
hundió en castigo por lo mal que le habían tratado.
Y luego fueron a las cuadras y
encontraron que, en aquella donde habían echado los huesos grandes había vacas
y donde habían echado los huesos pequeños había terneras.
Ellos se pusieron muy contentos.
Pero en el sitio de la Villa de
Valverde, todo era una gran laguna, y en el alto del monte había una capilla
con una imagen de la Virgen, que por encontrarse en ese lugar
le quedó el nombre de la Virgen del Monte.
Hace algunos años, todavía contaban
que allá en las profundidades de la laguna y cuando venían las sequías del
verano, se veían las chimeneas de algunas casas hundidas y también la torre de
la Iglesia, y hay quien dice que hasta se oían las campanas de aquella
desgraciada Villa de Valverde.