Me he referido ya a la fundación de La Coruña según la leyenda de Hércules y Gerión. Pero hoy voy a relatar la que se relaciona con la antiquísima torre de Breogán, que es muy anterior a la de Hércules y posiblemente, más auténtica.
Breogán fue un
poderoso jefe de una de aquellas tribus de los celtas a quienes llamaban
ártabros los latinos, que designaron también con el nombre de Portus Magnus
Artabrorum al hoy puerto de La Coruña, como también llamaron Brigantium a esta
ciudad.
La ciudad estaba
situada en una pequeña isla, hoy unida al territorio por la parte moderna
construida sobre el istmo de arena, y en ella gobernaba Breogán. Las pequeñas
barcas de mimbre recubiertas de cuero se abrigaban en la pequeña ensenada de
San Amaro.
Cerca de allí, en
una de las orillas de la costa que forma una colina de poca altura, Breogán
hizo construir una gran torre en la parte de la isla más próxima al mar
abierto. Aquella torre podría servir de guía a los navegantes. Podría, también,
encendiendo en su elevada plataforma una gran hoguera, transmitir a grandes
distancias durante la noche ciertas señales, como, por ejemplo, la arribada de
aquellas grandes naves de los comerciantes fenicios que venían a comerciar con
los habitantes de la Galicia; una orden de reunión, un peligro que amenazaba, o
cosa parecida, de utilidad para las citanias de las proximidades.
Una tarde de
otoño, cuando la atmósfera es clara y transparente, Ith, el hijo de Breogán,
subió a lo alto de la torre y desde allí oteó el horizonte. En la lejanía del
mar, allá en los confines donde parece que se juntan las aguas con el cielo, le
pareció divisar entre las brumas de la distancia otra tierra desconocida. El
deseo de saber lo que habría en aquel lugar hasta entonces ignorado hizo nacer
en su imaginación la idea de una apasionante aventura.
Pidió consentimiento
a su padre para organizar una expedición y lo consiguió. Tal vez al otro lado
del mar hubiese piedras que pudieran trabajarse para fabricar armas y
herramientas; o el precioso metal amarillo con el cual se labraban preciosas
joyas; quizá riquísimas frutas o semillas parecidas a la cebada o el centeno, u
otras útiles para la alimentación o el vestido; maderas, lino para sus ropas,
otros animales, otras gentes con quienes comerciar...
La expedición se
realizó. Antes de la partida, Breogán recomendó a su hijo que hiciera el viaje
montado en su caballo, sin apearse de él hasta que llegara; sólo así podría
tener la certeza de volver a su tierra con facilidad.
Y de esta manera
fue como los celtas de Galicia llevaron a Irlanda su civilización. Por esto se
encuentran en Irlanda las mismas citanias o castros de casas circulares,
iguales a las de nuestro
país, y las
preciosas torques de oro, emblema de los jefes, y semejantes nombres de ríos y
lugares; y hasta la misma gaita, con parecidos temas musicales.
Esta leyenda de
Breogán, o Bregór, y su torre, situada en la antigua Brigantium, existe también
en Irlanda. Pero, ¿es solamente una leyenda?
En la peña del
polvorín de Monte Alto, próxima a la torre, hay representado un grupo de
hombres, mujeres y quizá niños o gentes del pueblo, en forma esquemática de
cruces; algunas de estas cruces están dentro de círculos, ¿navíos? Y hay un
hombre a caballo, ¿Ith, cuando va a embarcarse para la expedición? Desde luego,
que aquello algo representa o algo recuerda a perpetuidad. La peña del
polvorín es un monumento histórico, indudablemente.