
Había en San Xián de Sergude una mujer
a la cual le morían todos sus hijos. La última niña que había tenido llevaba
camino de morir también encanijada.
-Pues esto
tiene que ser cosa de un <> o de la Chuchona -
dijo la madre de la mujer, que ya era anciana y, como tal, sabía de estas cosas
que se van aprendiendo al correr de los años.
Entonces
un sábado por la noche cogieron en una braña tres juncos; los cortaron a igual
tamaño y los marcaron: uno era la
<>, otro el <>(mal de ojo), y el
otro, la <>.
-¿No
te lo decía yo?- dijo la madre-. ¿Ves cómo es cosa de meiguería?.
-¿Y
qué debemos hacer?¿Quién puede ser la meiga?.

La mujer
y su marido aguardaron sin acostarse junto a la cuna hasta que a media noche
vieron la mosca. La mujer profirió las palabras del esconjuro y, al mismo
tiempo, el hombre con la rama de laurel golpeó a la mosca.
Al día siguiente apareció muerta en su casa
una vieja de Tabeayo. Esa era la meiga Chuchona que iba a chupar la sangre
a los niños.
Y
entonces la niña púsose bien, y está hecha una buena moza.
Yo no creo en las meigas , pero haberlas …