Jan 19, 2015

La intuición y el misterio de la comunicación humana



Muy buenos días señores empresarios de nuestra querida tierra gallega. Hoy quiero referirme a los momentos que se empezaron a descubrir los misterios que encerraban una comunicación  sin palabras.

En reiteradas oportunidades hemos escuchado que “en el inicio fue el verbo”, sin embargo tengo mis dudas ya que diversos estudios demuestran que el verbo fue posterior a la comunicación no verbal. En el inicio de nuestro homo Sapiens, y aun millones de años anteriores,  no existía un vocabulario verbal, simplemente se comunicaban con gestos y señales (en otro tema me referiré a ellos); y como indiqué en pasados artículos, se llegaron a conocer y transferir de generación a generación formando un lenguaje común y de fácil interpretación.- La mano extendida y abierta era señal de paz, la mano cerrada era indicadora de alguna arma oculta, los ojos entrecerrados era señal de suspicacia, etc.

Pero… siempre el bendito “pero”, aunque parezca inverosímil, esos gestos llegaron a nuestros días incrustados en nuestro Inconsciente, y cuando conocíamos a alguien y nuestro Reptiliano (para mayor información favor revisar el boletín de AEGUSA con fecha 4 de noviembre) escaneaba a la persona que ingresaba y emitíamos un juicio sobre ella, empezamos a asociarlo con la palabra INTUICIÓN, “ no sé por qué pero esa persona no me cae” , o “ no sé por qué pero me da la impresión que es una buena persona”, “yo tengo una gran intuición sobre las personas”, etc. y así en numerosas oportunidades.

El misterio de este fenómeno del lenguaje no verbal se empezó a estudiar a partir de la ocurrencia de un evento muy interesante, particular y misterioso.   Aquí va la historia.
 Hace muchos años (en 1904), en un pueblo al norte de Berlín,  un maestro jubilado de nombre von Osten estaba interesado en ver si podía trasladar su talento pedagógico, con el cual daba excelentes resultados en sus escolares, a su hermoso caballo, un semental de 8 años, el cual lo llamaban “Hans”. 

En pocos días toda la comunidad científica de Europa se vio sacudida por una gran oleada de entusiasmo, por fin se había cumplido uno de los más viejos sueños de la humanidad, la posibilidad de  entendimiento y comunicación entre el hombre y el animal.

El profesor con sus grandes dotes de Docente, había obtenido el éxito se enseñar a sumar, restar, multiplicar, dividir, decir la hora, a reconocer a la gente por una fotografía, etc. etc. etc. es decir un logro siempre deseado. El inteligente Hans golpeaba con el casco cada vez que le pedían el resultado de una operación matemática. ¿Cuánto es (4x3)-7?  y él caballo respondía dando golpecitos con su casco hasta que llegaba al número 5. Y si le pedían dijera la letra que venía en el alfabeto después de la C, el daba golpecitos hasta que le decían la D, o simplemente movía la cabeza hasta llegar a la respuesta. Y así respondía sin fallar a todas las preguntas que le hacían.

Toda la comunidad  científica europea estaba sorprendida. El día 12 de Septiembre de 1904, una comisión compuesta por 13 eminentes científicos de la Universidad de Berlín y de la  Academia de Ciencias de Prusia fueron a estudiar ese extraordinario fenómeno educativo, realizando varias pruebas bajo una alta rigurosidad científica con el fin de evitar la más mínima  posibilidad de fraude. Inclusive le pidieron a von Hosten que no estuviera presente cuando al caballo le hacían las preguntas y se esperaba su respuesta, Hans resolvía exactamente igual  las preguntas en ausencia, o presencia de von Hosten.
 
Dicha comisión científica emitió un informe donde decía que era cierto, el caballo Hans sabía sumar, restar, etc. todo lo que se decía de él. No existía ni la mínima posibilidad de fraude, Hans era un caballo super inteligente y su dueño von Hosten se le consideraba como una eminencia en la docencia educativa.

Pero… siempre el bendito “pero”,  el 9 de diciembre de 1904, es decir apenas tres meses de haber emitido el informe, se publicaba un segundo informe  de dos de los integrantes de la comisión. Un médico y un filósofo, ellos no quedaron del todo convencidos del caso y siguieron estudiándolo e informaron lo siguiente: “el caballo no da la respuesta adecuada cuando ninguno de los presentes sabe la solución del problema propuesto”.

Ej. Cuando una persona le hacía una pregunta y salía del recinto y entraba otro grupo de personas que no sabían lo que habían preguntado, y por consiguiente tampoco la respuesta, el caballo no respondía, o fallaba en la respuesta. Del mismo modo también notaron que fallaba cuando se le ponían anteojos obscuros que le impedían ver a las personas que estaban presentes. 

Lo que se dedujo que “a través de un lento proceso de aprendizaje numérico el caballo comenzó a percibir, cada vez con mayor exactitud, los pequeños cambios corporales que el maestro asocia inconscientemente  a los resultados de su propia mente y a convertirlos indicativos de las respuestas”. Es decir, Hans aprendió a percibir las señales no verbales que su maestro (inconscientemente) emitía cuando llegaba la respuesta a la pregunta efectuada. Se transformó en un especialista en  captar los gestos, respiración y todas las señales que el cuerpo de la persona, o personas,  sin darse cuenta, emitía cuando llegaba la respuesta y así el caballo paraba de dar los golpecitos o de mover la cabeza.

 Ese fue el inicio de un gran estudio de investigación sobre la conducta humana descubriéndose  que todos los seres humanos emitimos, constantemente,  señales, gestos, sin darnos cuenta que son percibidas, también inconscientemente, por el cerebro de las demás personas y estas  emiten un juicio, una valoración, un parecer, una INTUICION sobre ellas,  y sobre las cuales no podemos tomar actitudes conscientes ya que no provienen de nuestra mente consciente.

Esto nos refiere a lo conversado en artículos anteriores sobre nuestro cerebro Reptiliano que percibe todas esas señales, gestos que emitimos inconscientemente y que comunican a las demás personas mucha información de nuestra mente interior, de nuestros pensamientos, creencias, dudas, autoestima, etc. Si una persona no me cae bien y yo creo que lo puedo ocultar y  que ella no se va a dar cuenta, pues es falso, nosotros emitimos las señales inconscientes que le indican a ella sobre mi rechazo.

Mi pregunta es  ¿podemos emitir tales señales que el cerebro Reptiliano de la otra persona perciba solamente  las más positivas de nosotros y esconder las negativas? ¿Qué la otra persona sienta que soy una persona de éxito, con gran autoestima, muy competente, apta para el trabajo al que estoy optando, que perciba una “buena química en mi”, es decir un superhombre…? . Pues sí, hay una forma, un camino y ese es “el camino de Sanmartín”.  Bueno pero eso lo veremos en el próximo artículo de AEGUSA. Un fuerte abrazo.



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