Muy
buenos días señores empresarios de nuestra querida tierra gallega. Hoy quiero
referirme a los momentos que se empezaron a descubrir los misterios que
encerraban una comunicación sin
palabras.
En
reiteradas oportunidades hemos escuchado que “en el inicio fue el verbo”, sin
embargo tengo mis dudas ya que diversos estudios demuestran que el verbo fue
posterior a la comunicación no verbal. En el inicio de nuestro homo Sapiens, y
aun millones de años anteriores, no
existía un vocabulario verbal, simplemente se comunicaban con gestos y señales
(en otro tema me referiré a ellos); y como indiqué en pasados artículos, se
llegaron a conocer y transferir de generación a
generación formando un lenguaje común y de fácil interpretación.- La mano
extendida y abierta era señal de paz, la mano cerrada era indicadora de alguna
arma oculta, los ojos entrecerrados era señal de suspicacia, etc.
Pero…
siempre el bendito “pero”, aunque parezca inverosímil, esos gestos llegaron a
nuestros días incrustados en nuestro Inconsciente, y cuando conocíamos a
alguien y nuestro Reptiliano (para mayor información favor revisar el boletín
de AEGUSA con fecha 4 de noviembre) escaneaba a la persona que ingresaba y
emitíamos un juicio sobre ella, empezamos a asociarlo con la palabra INTUICIÓN,
“ no sé por qué pero esa persona no me cae” , o “ no sé por qué pero me da la
impresión que es una buena persona”, “yo tengo una gran intuición sobre las
personas”, etc. y así en numerosas oportunidades.
El
misterio de este fenómeno del lenguaje no verbal se empezó a estudiar a partir
de la ocurrencia de un evento muy interesante, particular y misterioso. Aquí va la historia.
Hace muchos años (en 1904), en un pueblo al
norte de Berlín, un maestro jubilado de
nombre von Osten estaba interesado en ver si podía trasladar su talento
pedagógico, con el cual daba excelentes resultados en sus escolares, a su
hermoso caballo, un semental de 8 años, el cual lo llamaban “Hans”.
En
pocos días toda la comunidad científica de Europa se vio sacudida por una gran
oleada de entusiasmo, por fin se había cumplido uno de los más viejos sueños de
la humanidad, la posibilidad de
entendimiento y comunicación entre el hombre y el animal.
El
profesor con sus grandes dotes de Docente, había obtenido el éxito se enseñar a
sumar, restar, multiplicar, dividir, decir la hora, a reconocer a la gente por
una fotografía, etc. etc. etc. es decir un logro siempre deseado. El
inteligente Hans golpeaba con el casco cada vez que le pedían el resultado de
una operación matemática. ¿Cuánto es (4x3)-7?
y él caballo respondía dando golpecitos con su casco hasta que llegaba
al número 5. Y si le pedían dijera la letra que venía en el alfabeto después de
la C, el daba golpecitos hasta que le decían la D, o simplemente movía la
cabeza hasta llegar a la respuesta. Y así respondía sin fallar a todas las
preguntas que le hacían.
Toda
la comunidad científica europea estaba
sorprendida. El día 12 de Septiembre de 1904, una comisión compuesta por 13
eminentes científicos de la Universidad de Berlín y de la Academia de Ciencias de Prusia fueron a
estudiar ese extraordinario fenómeno educativo, realizando varias pruebas bajo
una alta rigurosidad científica con el fin de evitar la más mínima posibilidad de fraude. Inclusive le pidieron
a von Hosten que no estuviera presente cuando al caballo le hacían las
preguntas y se esperaba su respuesta, Hans resolvía exactamente igual las preguntas en ausencia, o presencia de von
Hosten.
Dicha
comisión científica emitió un informe donde decía que era cierto, el caballo
Hans sabía sumar, restar, etc. todo lo que se decía de él. No existía ni la
mínima posibilidad de fraude, Hans era un caballo super inteligente y su dueño
von Hosten se le consideraba como una eminencia en la docencia educativa.
Pero…
siempre el bendito “pero”, el 9 de
diciembre de 1904, es decir apenas tres meses de haber emitido el informe, se
publicaba un segundo informe de dos de
los integrantes de la comisión. Un médico y un filósofo, ellos no quedaron del
todo convencidos del caso y siguieron estudiándolo e informaron lo siguiente: “el caballo no da la respuesta adecuada
cuando ninguno de los presentes sabe la solución del problema propuesto”.
Ej. Cuando una persona le hacía una pregunta y salía del recinto y entraba otro
grupo de personas que no sabían lo que habían preguntado, y por consiguiente
tampoco la respuesta, el caballo no respondía, o fallaba en la respuesta. Del
mismo modo también notaron que fallaba cuando se le ponían anteojos obscuros
que le impedían ver a las personas que estaban presentes.
Lo
que se dedujo que “a través de un lento
proceso de aprendizaje numérico el caballo comenzó a percibir, cada vez con
mayor exactitud, los pequeños cambios corporales que el maestro asocia
inconscientemente a los resultados de su
propia mente y a convertirlos indicativos de las respuestas”. Es decir,
Hans aprendió a percibir las señales no verbales que su maestro
(inconscientemente) emitía cuando llegaba la respuesta a la pregunta efectuada.
Se transformó en un especialista en
captar los gestos, respiración y todas las señales que el cuerpo de la
persona, o personas, sin darse cuenta,
emitía cuando llegaba la respuesta y así el caballo paraba de dar los
golpecitos o de mover la cabeza.
Ese fue el inicio de un gran estudio de
investigación sobre la conducta humana descubriéndose que todos los seres humanos emitimos,
constantemente, señales, gestos, sin darnos cuenta que son percibidas, también
inconscientemente, por el cerebro de las demás personas y estas emiten un juicio, una valoración, un parecer,
una INTUICION sobre ellas, y sobre las
cuales no podemos tomar actitudes conscientes ya que no provienen de nuestra
mente consciente.
Esto
nos refiere a lo conversado en artículos anteriores sobre nuestro cerebro
Reptiliano que percibe todas esas señales, gestos que emitimos
inconscientemente y que comunican a las demás personas mucha información de
nuestra mente interior, de nuestros pensamientos, creencias, dudas, autoestima,
etc. Si una persona no me cae bien y yo creo que lo puedo ocultar y que ella no se va a dar cuenta, pues es
falso, nosotros emitimos las señales inconscientes que le indican a ella sobre
mi rechazo.
Mi
pregunta es ¿podemos emitir tales
señales que el cerebro Reptiliano de la otra persona perciba solamente las más positivas de nosotros y esconder las
negativas? ¿Qué la otra persona sienta que soy una persona de éxito, con gran
autoestima, muy competente, apta para el trabajo al que estoy optando, que perciba
una “buena química en mi”, es decir un superhombre…? . Pues sí, hay una forma,
un camino y ese es “el camino de Sanmartín”.
Bueno pero eso lo veremos en el próximo artículo de AEGUSA. Un fuerte
abrazo.
liderazgobraincodex@gmail.com