Nov 2, 2015

La Leyenda de San Andres De Teixido (2)




En el ayuntamiento de Cedeira, partido judicial de Ortigueira, y en la escarpada sierra de la Capelada, por la parte que desciende hasta el Atlántico, en una ribera inabordable por el constante batir del agitado mar, hay un santuario famoso en Galicia, al que acuden las gentes de toda la región y aun muchas de León y Asturias.

Este santuario es el de San Andrés de Teixido, al cual, según la conocida frase legendaria, <> (<< va de muerto el que no va de vivo>>).

Hoy es relativamente fácil el acercarse allí, porque los automóviles van ligeros y pueden ir hasta Chimper, pequeña aldea al pie de la montaña, que es preciso subir andando y después recorrer un buen espacio por la cumbre para descender al fin por el declive de la parte opuesta; pero antiguamente, las gentes de lugares lejanos tenían que hacer grandes caminatas, e iban en grupos con un guía que les enseñase el camino y los sitios apropiados para pasar la noche, si esto se hiciese necesario por ser de aldeas o villas muy lejanas.

Y como aquellos que no pudieran haber hecho la romería de vivos tienen que hacerla después de muertos, hay la creencia de que las alimañas, reptiles, etc., sirven de vehículo para las almas que hacen en el cuerpo de un lagarto, una serpiente o una garduña la obligada visita a San Andrés de Teixido.
Y por esto nadie hacia el menor daño a ningún animalucho que encuentre en su camino cuando va hacia la romería.

La leyenda del porqué de esto es la siguiente:

El santo apóstol San Andrés, que se encontraba en aquel apartado rincón, aislado y solitario, andaba casi siempre triste, sabiendo que grandes peregrinaciones de todas las partes del mundo cristiano acudían a Santiago de Compostela para hacer oración ante la tumba del Apóstol Santiago, a pesar de las penalidades que tenían que sufrir. En cambio, su santuario se veía vacío, por más que él hacía también milagros y sanaba enfermos, que serían incurables sin su ayuda protectora.

Y dice la leyenda que el buen San Andrés recorría los caminos melancólicamente; diríamos que malhumorado si no fuese santo; en fin, si no malhumorado, muy contento no debía andar tampoco.
Un día, durante una de las largas caminatas en que iba cavilando en su poca suerte, se halló repentinamente ante Nuestro Señor Jesús Cristo, que había venido a nuestra tierra para ver cómo andaban las cosas.

Al verlo, el Señor le preguntó: -¿Te veo triste, Andrés; ¿qué es 1o que te pasa?

Y San Andrés, aprovechando la ocasión, le respondió: -Divino Maestro: ando triste porque veo que de todo el mundo vienen gentes a visitar a tu discípulo Sant.Yago, que está en buena tierra y tiene buenos caminos para llegar hasta él; y sufren y padecen durante los largos días de las lejanas jornadas que dura su romería...--y con toda humildad, añadió--: En cambio, nadie llega hasta mí; mi santuario está siempre vacío, como si yo no fuese también vuestro discípulo, no menos fiel y celoso del bien de todos los hombres.

Nuestro Señor, compadecido y mirándole con cariño, le dijo entonces: -Dices bien, Andrés, y tú no has de ser menos que Jacobo. De hoy en adelante te prometo que nadie entrará en el cielo sin que haya visitado tu santuario, por lo menos una vez en la vida; y aquel que no lo hiciere de vivo tendrá que hacerlo después de muerto.

Y así fue, y por eso se dice:

A San Andrés de Teixido, vai de morto o que non vai de vivo.

(A San Andrés der Teixido, Va de muerto el que no va de vivo).