Jun 23, 2016

La Cueva de los Encantos


El día de San Juan es muy importante en nuestra tierra. Como lo es también en muchos otros países. En todas partes, los romances recuerdan el día tan señalado;

Día de san Juan alegre,
niña, vete a lavar:
pillarás agua del pájaro
antes de que el sol raye;
irás en el amanecer del día
a recoger agua fresca
el agua del pajarito
que la salud te ha de dar...

Otro romance dice también:

Madrugada de San Juan,
La madrugada más garrida,
que baila el sol cuando nace
y ríe cuando muere el día.
¿Dónde va, Nuestra Señora,
dónde va, santa Maria?
Va hacia la orilla del mar,
va hacia la orilla de Ia ría...

Pero también hay ciertos ritos en las costumbres de nuestras gentes, como son la celebración de las hogueras nocturnas de la víspera; las hierbas santas con las cuales se adornan las puertas y ventanas de las casas rurales; el lavarse con el agua dejada a serenar durante Ia noche con las hierbas de san Juan; o el bañarse en el mar a media noche para recibir las nueve ondas, o sumergirse en el río nueve veces para purificar el cuerpo librándose de pecado.

Hay también ciertos acontecimientos que suceden precisamente aquel día'. Y uno de ellos es el que se refiere a la Cueva de los Encantos o Cueva de la Doncella que hay cerca de la villa de Vivero, en la provincia de Lugo. Y se hacen en ellas buenas romerías todavía en nuestros días.

Este Coto tiene algunas leyendas. Dícese que están enterradas bajo tierra dos vigas que fueron de la capilla, una de oro y otra de plata. Y también que hay escondidas dos arcas, una llena de oro y otra que contiene veneno. El oro y el veneno llegan para hacer ricos o para matar a seis parroquias enteras.

No sé bien lo que tendrá que ver una historia con la otra; pero cuentan también los ancianos que en este castro había una cueva donde estaban encantadas algunas mujeres. Una vez, un mozo de estos lugares caminaba por aquellos andurriales cuando en la entrada de la cueva que allí había, vio a una hermosísima doncella. Ante ella tenía una tienda con cosas para vender Él se acercó a mirar y la joven le pidió que le comprara lo que más le gustara.

-Lo que más me gusta -dijo él- son estas tijeras.
-Pues llévatelas -respondió enojada, porque no se había fijado en ella-, y que se te claven en los ojos.

Al mismo tiempo en que el mozo les echaba la mano, las tijeras le saltaron a los ojos y lo dejaron ciego.
Poco tiempo después, otro mozo tuvo que pasar por allí. Atraído también por la novedad, se acercó a ella, y se quedó mirándola como pasmado. La doncella era muy hermosa. Tenía unos ojos oscurísimos y bellos y unos labios rojos y codiciables. Los cabellos negrísimos hasta la cintura y joyas preciosas rodeaban su cuello y ceñian sus brazos. El muchacho no se cansaba de mirarla. Era tan terriblemente hermosa, que se sentía hechizado, incapaz de moverse. Pero él era también un garboso joven, y ella le miraba dulcemente a los ojos brillantes.










-Cómprame lo que más te guste, hombre.
Él se fijaba en la boca, que mostraba unos dientes perfectos al hablar. Sintió que la deseaba ardientemente.
-Lo que más me gusta es la tendera -dijo atreviéndose.
Ella no se ofendió. En cambio le habló amablemente:
-Pero yo no puedo ser par a ti, porque estoy encantada. Si tú fueses valiente podrías desencantarme.
-¿Que no soy valiente?... Dime, mujer, y verás...
-¡Mira que vas a tener miedo!
-¿Miedo yo?… cualquier cosa sería capaz de hacer para tenerte por mía.

Ella le miró con sus bellos ojos, pensativa; luego dijo:
-Podemos probar... Yo me convertiré en una gran serpiente con una boca enorme y trataré de morderte. He de lanzarme contra ti' ¡ten cuidado!... sólo tienes que cogerme el extremo de la cola y darme un beso en la punta. Sólo de ésta manera se romperá el encanto y casaré contigo.

Al mismo tiempo, en lugar de la hermosa doncella apareció una horrible y monstruosa serpiente con la boca abierta. El mozo dio un salto hacia un lado, rodeándola con maña, y cogiéndole rápidamente la cola, la besó en la punta. Le dio el beso sin la menor repugnancia, pues sabía que todo era debido al encanto de la doncella que le robara el corazón. Al darle el beso, la serpiente desapareció; y tenía ante él la hermosa mujer de la cueva, ya desencantada.


Cogieron algunos tesoros de la cueva, se casaron y vivieron dichosos.