En el término municipal de Palas de Rey (Lugo) y en la cumbre de un promontorio que avanza de
sudeste a noroeste, a la orilla del río Pambre,
consérvase aún el magnífico castillo construido en el siglo XIV por don Gonzalo Ozores de Ulloa.
Don Gonzalo Ozores
de Ulloa era partidario del rey don Pedro
I y tomó parte en la batalla de Montiel
el año 1369. Muerto don Pedro I por su hermano don Enrique, don Gonzalo Ozores
quedó prisionero del vencedor, que lo tuvo en su poder varios años, después de
los cuales pudo regresar a su tierra, encontrando que todos sus bienes se los
tenía tomados Fernán Gómez das Seixas.
Decidido a recobrar sus posesiones, sin pérdida de tiempo
don Gonzalo se dispuso a organizar a
sus gentes y se dedicó a visitar a todos sus amigos y parientes para conseguir
su apoyo. Entre sus partidarios destacaban don Álvaro Páez de Soutomaior, los señores de Camba y Deza, Vasco
Fernández, con sus hombres de Vilar de Mella, y amigos de Sobrado, Mellide e da
Ponte de Albidrón.
En cuanto tuvo reunida la mayoría de sus seguidores, don Gonzalo Ozores, pensó ir primero sobre
el Castro das Seixas; sin embargo,
decidió atacar antes el castillo de Curbián,
situado en el término de la parroquia de San
Martín de Curbián, sobre la margen izquierda del río Pambre, porque «allí hallaba Gonzalo Ozores concentrado y encarnado todo
lo que para un Ulloa podía ser caro y de estima en este mundo>>,
como dice López Ferreiro en su
novela O Castelo de Pambre.
Sitiado el castillo, sin mayores esfuerzos las tropas de Ozores asaltaron los muros y derrotaron
a sus defensores, que se vieron obligados a una humillante capitulación.
Conquistado el castillo de Curbián, el afán de don Gonzalo
era marchar cuanto antes contra las torres de San Payo de Narla, que era la casa principal de los Seixas, situada en la margen derecha
del río Narla, a unas dos leguas de
distancia de Curbian; pero, enterado
Vasco Gómez de la pérdida de este
castillo, envió emisarios a todos sus amigos, pidiéndoles ayuda e hizo sus
mayores esfuerzos para reunir un poderoso ejército, apoyado por las huestes de
los señores de Lugo, Betanzos, Villalba,
Narla y Trasparga, a fin de combatir a los antiguos partidarios del rey don Pedro I, que pretendían reconquistar
en favor de Ozores de Ulloa las
propiedades que le había quitado don Enrique
para cedérselas a él, Gómez das Seixas,
en pago de los buenos servicios prestados en las luchas contra su hermano.
En pocos días se reunieron alrededor del castro de Seixas todas las fuerzas de los amigos
de Gómez das Seixas, dirigiéndose
seguidamente hacia Curbián. Para
cerciorarse mejor de lo ocurrido en este castillo, hicieron alto en el castro
de Ambreixo, situado a una legua
aproximadamente de aquel.
Ambos rivales estaban ansiosos de acometerse; así, pronto
los dos bandos se encontraron frente a frente, entablándose ruda lucha de la
que salió triunfante Gonzalo Ozores,
que logró dominar con sus aguerridas tropas la corona del castro y poner en
franca huida a Gómez das Seixas y
sus amigos.
Sin dejarles tiempo para rehacerse de esta derrota, Gonzalo Ozores de Ulloa, que, según
dice Vasco da Ponte, era de los Sánchez de Ulloa, linaje en Galicia muy
antiguo, hombre muy esforzado, valiente y diestro, en su lucha por la
recuperación de sus dominios tuvo su batalla con Fernán Gómez das Seixas en el castro de Ambreixo, y allí fue desbaratado este y quedó don Gonzalo Ozores por señor, tornando así
a recobrar toda la tierra de que había sido despojado.
Y añade Vasco da
Ponte que don Gonzalo Ozores de
Ulloa era casa de cuarenta lanzas; es decir, que disponía de cuarenta
hidalgos o señores armados y montados, con sus correspondientes peones, a los
cuales podía sostener por sus propios medios.
Una vez que don Gonzalo
reconquistó sus posesiones, fue cuando hizo levantar el castillo de Pambre para disponer cuanto antes de
una fortaleza emplazada en ventajosas condiciones por su situación, y también
por sus recios muros e importantes medios defensivos, tan necesarios para la
mejor protección de sus propiedades en lo sucesivo.
Y fue tal la celeridad con que se llevaron a cabo las
obras y de tal magnitud la solidez de los muros de todo el recinto fortificado,
que surgió la leyenda de que había sido construido en una noche por los
“mouros”. Y bien sabido es que los “mouros” en Galicia no son precisamente los
moros africanos, sino los ”gigantes magos,
capaces de todas las cosas extraordinarias”.
Cortesia de: