José Manuel Brandariz presidente de la Asociación de Profesionales y
Empresarios Gallegos de Estados Unidos y distribuidos y productor de cine en
Miami
Mantiene intacto su vínculo con Galicia, donde nació y abandonó de niño cuando
sus padres emigraron a Venezuela. Hoy, José Manuel Brandariz es un referente en
la empresa cinematográfica de EE.UU. Primero fue distribuidor de vídeos y
películas a Latinoamérica para dar el salto e incorporar a su empresa la
producción de películas, algunas filmadas en Galicia.
José Manuel Brandariz es gallego de Alvedro, A Coruña, pero también es
gallego de Venezuela, donde pasó su infancia y su juventud, y de Miami, donde
vive ahora, donde tiene su negocio y donde preside la Asociación de Profesionales
y Empresarios Gallegos de Estados Unidos.
—¿Qué es la Asociación de Profesionales y Empresarios Galle-gos de Estados
Unidos?
—Exactamente lo que dice su nombre. La fundé yo junto con el Igape
(Instituto Galego de Promoción Económica) con la intención de reunir a
empresarios gallegos que hagan negocios, entre los mismos socios de Estados
Unidos, con los de otras asociaciones similares de otros países y, claro, con
Galicia. Es como una especie de lobby.
—Además se dedica a la distribución y producción de películas.
¿Cómo entró en ese sector?
—Empecé en un videoclub que abrí con tres amigos cuando estábamos en la
universidad, en Venezuela. Montamos un videoclub que se llamaba FJK que eran
las iniciales de nosotros tres y ahí arranqué. Y desde ahí mira dónde estoy…
—¿Del videoclub de Venezuela saltó a Miami para crear una distribuidora de
cine?
—Después del videoclub monté una compañía que se llamaba Súpervideo y que
se dedicaba a la venta de películas a los videoclubs en Venezuela y de ahí
salté a la distribución de venta de derechos de vídeo para toda Latinoamérica.
Cuando estas cintas fueron decayendo tuve que empezar a comprar derechos
para televisión y cine. Y eso es lo que hago ahora, compro lo que se denomina
all rights y que quiere decir que puedo venderlo a cualquier plataforma: cable,
televisión, cine…
—¿Qué tipo de películas distribuye?
— Películas grandes, generalmente de cine: Los Mercenarios, Traffic…
—¿Cómo es de grande su compañía?
—Pues no sé… Lo suficiente como para vivir bien.
— ¿Cuánto factura?
—Entre veinticinco y treinta.
—¿Millones?
—Sí, millones de dólares
— ¿Cuánto cuestan los derechos de una de las grandes películas de
Hollywood?
—Pues te voy a poner un ejemplo. Cuando compré los derechos de Los
Mercenarios 1, la película me costó dos millones de dólares para toda
Latinoamérica, Los Mercenarios 2costó tres millones y Los Mercenarios 3que
salió hace poco costó cinco millones de dólares. Yo no quise entrar en el
negocio porque era muy arriesgado y los que la compraron, que fueron unos socios
brasileños que estaban conmigo en la primera, tuvieron la suerte de recuperar
el dinero, pero mucha suerte porque la película en EE. UU. no funcionó, gracias
a dios en Latinoamérica sí lo hizo. Yo soy mercenario, trabajo por dinero.
—¿En qué momento de la producción de una película compra usted los
derechos?
—Ahora se compra en guion, ni siquiera puedes ver las películas. Antes,
hace diez años, todavía daba chance de que alguna película estaba terminada y
la llegabas a ver. Hoy en día, la competencia es muy fuerte y ya te la venden cuando
está en preproducción. Lo único que te dicen es quién es el director, cuál es
el presupuesto y quiénes son los artistas. Y con eso, te lo juegas.
—¿Ha tenido alguna metedura de pata fuerte? ¿Alguna compra que haya sido un
fracaso absoluto?
—Cuando compramos Los Mercenarios era un paquete de diez películas. Había
algunas que yo ya sabía que no iban a funcionar, pero teníamos la nueva versión
de Conan y los brasileños apostaban por ella, aunque yo no. La verdad es que
cuando vimos el tráiler de Conan quedamos todos impresionados, pensábamos que
iba a ser la superproducción, era la locura el tráiler y estábamos todos
encantadísimos. Tuvimos la suerte de que Los Mercenarios hizo mucho dinero,
hizo cien millones de dólares en EE. UU. Con Conan estábamos muy ilusionados, gastamos mucho dinero en
publicidad y fue un fracaso rotundo en EE. UU. y en Latinoamérica tampoco
funcionó.
—Y al revés, ¿una película que sorprendentemente haya recaudado mucho
dinero?
—Slumdog Millonaire. Fue una película muy barata y fue un exitazo. En
realidad lo fue porque ganó ocho oscars. La película es muy buena, es muy
bonita, pero antes de que ganara las estatuillas era una película normal.
—Y ahí qué es lo que funciona: el olfato, la suerte, entender muy bien el
mercado…
—En ese tipo de películas es cuestión de suerte. Las ves, te gustan y dices
bueno, es una película con la que podemos recuperar el dinero y ganar algo.
Pero hay cintas que te crees que van a reportar mucho dinero y nada. Es una
lotería, sobre todo en la parte de cine. En la parte de cable y televisión el
riesgo no es tan alto, pero en cine... Y si no sabes elegir, si no sabes
comprar, lo más seguro es que quiebres.
—Además de la compañía de distribución de películas, usted tiene también
una productora de cine. ¿Qué tipo de películas produce?
—He hecho una telenovela y produzco algunas películas. Pero producir
telenovelas es muy difícil cuando no tienes detrás un canal de televisión.
Después he hecho películas sueltas, nueve o diez. Acabo de hacer dos que se están
terminando, una es la vida de Juan Diego, el indio de la Virgen de Guadalupe, y
ahora acabamos de terminar en España Santiago Apóstol.
—¿Su productora se ha especializado en temática religiosa?
—Sí, porque no puedo competir con Hollywood. No puedo competir con
películas de acción, no puedo competir con los grandes artistas de Hollywood.
Así que decidí hacer películas para un nicho muy definido, en este momento estoy
haciéndolas religiosas. Los canales de cable necesitan para Semana Santa, para
Navidad, para el día del santo y les estamos me-tiendo artistas latinos muy
populares que son conocidos en todo el mundo por las telenovelas.
—¿Y están funcionando bien?
—Sin duda. Hombre, me conozco muy bien el negocio. No es que tenga un
seguro, siempre hay inconvenientes que pueden perjudicar la película, pero
cuando conoces bien el negocio es muy difícil que pierdas grandes cantidades de
dinero.
—¿Su compañía tiene relación profesional con Galicia?
—Sí, compro y distribuyo películas de productoras gallegas como Filmax,
especialmente de animación: Pinochio 3000, El Cid, El Bosque Animado, Donkey
Xote, Sueño de una Noche de Verano, el Ratón Perez, en-tre otras. Además, mi
productora, Beverly Hills Production, rodó parte de la película Santiago
Apóstol en Galicia, el resto de la película fue grabada en Almería, Marruecos y
México.
LA ANÉCDOTA
José Manuel Brandariz es un hombre afable que reafirma su galleguidad con
contundencia. Cuenta que aunque nació en Galicia, con pocos años se fue a vivir
a Venezuela, dónde sus padres habían emigrado. Y recuerda el es-panto de aquel
viaje y cómo el niño que fue Brandariz hizo todo lo posible, desde negarse a
que le hicieran la foto para el pasaporte hasta resistirse a subir al avión que
debía llevarle a Caracas. «Me metió la Guardia Civil en aquel avión, me
agarraron entre dos guardias y me metieron en el avión», recuerda ahora riendo
a carcajadas sobre su salida de Galicia. Ahora vuelve, siempre que puede. Pero
sobre todo lleva Galicia por el mundo, con la peña que fundó en Miami, «Galegos
forever», con la presidencia de la Asociación de Profesionales y Empresarios
Gallegos de Estados Unidos o con la producción de su última película sobre el
Apóstol.